Vivo en Lima, Perú, en lo que se llama el Cono Norte, o sea el área suburbana al norte del centro de Lima Metropolitana. Por no haber nacido en este país, y a pesar estar residiendo en él durante varios años, tengo la suerte aún de poder ver todo con ojos de turista, y quedar maravillado por cosas que a los residentes les parecen normales. Cerca de mi hogar se encuentra la llamada Huaca Palao. La palabra
"huaca" designa múltiples cosas en la cosmología andina. Pero en la actualidad, con esa palabra se designan santuarios o cementerios precolombinos que abundan en todo Perú, pero principalmente en la zona de Lima. Básicamente se trata de construcciones de adobe y piedra, hoy parcialmente derruidas, que los antiguos pobladores consideraban sagradas y muchas veces se construían en elevaciones naturales del terreno. Pedro Cieza de León, un cronista de la conquista definía las huacas: “Llamaban a estos cementerios que ellos tienen por sagrados Guaca”.
Bueno, pero el tema es que a estas huacas muchas veces el público tiene acceso y a veces no, dado que a veces en estos lugares se realizan investigaciones arqueológicas.
De modo que un día visité esta Huaca Palao que es como un pequeño cerro de tierra de unos 100 metros de altura, con algunos muros de adobe prehispánicos, llegué hasta la cima, me quedé un rato viendo todo Lima y hasta el océano Pacífico, que se aprecia a la distancia.
Ya descendiendo por un angosto caminito de la ladera de ese monte, me tropecé y sin pensar, apoyé la mano con fuerza en la pared de tierra a mi izquierda. Curiosamente, no toqué solo tierra, sino una especie de ramitas que sobresalían de la tierra. Estas ramitas eran una especie de cañitas pero muy, muy viejas, se rompían fácilmente. Mirándolas bien, se apreciaba que estaban unidas de una manera no natural, sino a propósito, por la mano del hombre. Yo en ese momento no tenía herramientas ni máquina de fotos, ni celular, siquiera, solo había salido a caminar un rato y subí a la huaca, por lo cual no podía escarbar más para ver que había allí. Sin embargo, estoy seguro de que esas varillas o ramitas eran un indicio de que algo podría estar enterrado allí. Eran tal vez parte de una cobertura para que la tierra no penetrara en una zona hueca, parte del "enterramiento". Tomé nota mentalmente de la ubicación y volví a casa. Nunca comenté esto con nadie, así que yo creo que conozco la ubicación de un entierro en la Huaca Palao. Trataré de volver uno de estos días y les contaré lo que encuentre.
J.B.
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Jose Cristibal Barea..me alegro mucho de tus logros y posición..debido a tus esfuerzos, constancia y dedicación.
ResponderEliminarTu primo Juan José Barea..cuando te sobre un segundo decime como estas..por la foto que obtuve se te ve gordito.
Abrazo.